DISCURSO SOBRE LA
INFANCIA.
AMBIGÜEDAD ENTRE EL
DECIR Y EL HACER.
H
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emos visto durante el año a diversos estudiosos
exponer las concepciones de infancia. Algunas desarrolladas a través de la
historia, como la noción en la edad media de que un niño es la imagen de un
adulto incompleto. Otras, mas modernas, como un sujeto en crecimiento y en
constitución.
La infancia, que no es una construcción
objetiva y si una representación social,
se ha convertido en las últimas décadas en el eje de discursos bien
intencionados de padres, maestros, pedagogos y políticos.
En grupos mas o menos conectados
entre si, con mas o menos preparación y cultura, pero que siguiendo el dictado
de la globalización mediática, teorizan y discuten sobre crecimiento, educación
y futuro.
Es heredero del futuro… dicen
los pensadores, el es a quien quiero dejar un mundo mas justo… dicen los padres,
es quien necesita un sistema educativo igualitario pero que acepte nuevas
formas de infancia… dicen los maestros, debemos garantizar su derecho a
ingresar, permanecer, y egresar de una buena escuela… dicen los políticos.
Hablan de un sistema que reproduce
la brecha entre quienes pueden acceder a una educación y los que no tienen
posibilidades.
Hablan… pero es un elemento a
destacar que la tematización es un buen diagnostico, buenas propuestas, mejores
deseos, pero no la solución.
En nuestro país, y más cerquito
aun, en nuestra ciudad hay distintas experiencias de infancia.
¿Qué políticas educativas hacen
falta para estas infancias?
La complejidad de familias
diferentes y la singularidad del niño remite a historias dispares relacionadas
con un duro contexto histórico y social.
Estas infancias múltiples que
viven y se educan en condiciones muchas veces precarias, requiere un abordaje
distinto, innovador y por sobre todas las cosas comprometido.
Ahora bien, estas reflexiones
que parecen pesimistas sobre el estado de nuestra infancia no tienen otro
objeto que instalar el debate el intercambio de ideas, la planificación para
habilitar futuros.
En una entrevista en 1978, el
filosofo francés Michel Foucault decía: “uno de los hábitos mas destructivos
del pensamiento moderno… es que el momento presente es considerado en la
historia como la ruptura, el clímax, la realización total, etc.
Uno debería encontrar la
humildad de admitir que el tiempo de la propia vida no es el momento básico y
revolucionario de la Vitoria, en el cual todo comienza y en el cual todo se
completa. Asimismo, esta humildad es necesaria para decir sin solemnidad que el
tiempo presente es bastante excitante y demanda nuestro análisis. ¿Qué es el
hoy? Uno podría decir que la tarea de la filosofía lo que es el hoy y lo que
somos hoy, pero sin que nos golpeemos el pecho teatral diciendo que este es el
momento de la perdición o el amanecer de una nueva era. No, es un Día como
cualquier otro, o mejor aun, es un día como ningún otro”.
Creo que la sociedad puede y
debe dar respuestas, y que los cambios son necesarios para que la multiplicidad
de infancias no solo sea una enriquecedora vivencia sino el punto de partida
para la construcción de puentes entre la escuela y la exclusión.
PIAGET Y VYGOTSKY NOS
AYUDAN.
E
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stos destacados teóricos de la psicología del
desarrollo coinciden en que el conocimiento es una construcción del sujeto.
Ambos puntualizan la naturaleza
activa del aprendizaje y la influencia que el contexto histórico-socio-cultural
ejerce sobre el mismo.
Concurren los dos en que para
poder explicar este proceso de construcción, había que emplear un método genético
ya que durante el desarrollo del sujeto se observan transformaciones de importancia
en el conocimiento.
El desarrollo cognitivo seria
pues una paulatina incorporación de asociaciones y para poder evaluar si hubo
aprendizaje calificamos la respuesta.
No se trata de un proceso de
adquisición de respuestas se trata de construir por medio de la actividad, en interacción
con el maestro o tutor.
Para Piaget la actividad mental espontánea,
el educador con un mínimo control estimulando la iniciativa y una cooperación
activa que aliente la tarea, son acciones necesarias para llegar al
conocimiento.
Vygotsky en lugar de poner el
acento en las acciones espontáneas que realiza el niño para construir el
conocimiento, puntualiza la importancia de los mediadores. La acción mediada
del maestro que utiliza herramientas pedagógicas y lenguaje.
El profesor es un mediador de
los conflictos socio-cognitivos. Esta relación mediada tiene carácter dialoguito,
favorece el aprendizaje, centra su atención en el sujeto y su futuro.
Piaget consideraba que el
desarrollo del niño en etapas de estructuras lógicas le imponía límites a lo
que podía conocer.
Vygotsky explica que el
desarrollo tiene anclaje en dos procesos relacionados: el desarrollo del
sistema nervioso y el aprendizaje.
Ambos, íntimamente ligados. La maduración
posibilita aprender y aprender estimula el proceso de maduración.
Esta observación de Vygotsky
sirve para argumentar la definición de lo que se conoce como Zona de Desarrollo
Próximo.
ZDP es el potencial del niño, es
la diferencia entre el Nivel de Desarrollo Real (lo que el niño ya es capaz de
hacer, conocimientos que tiene incorporados) y el Nivel de Desarrollo Potencial
(resolución de un problema con mediación de otro sujeto).
ZDP es definido por Vygotsky
como “aquellas funciones que todavía no han madurado… en estado embrionario”.
De lo dicho se desprende el
carácter dialógico del aprendizaje, la relación necesaria del tercero mediador
y la noción de que el saber precede al desarrollo.
La mirada de estos psicólogos
nos desafía a redefinir la pedagogía en las aulas, en las escuelas y a poner en
juego una educación posible desde la potencialidad de una generación en
crecimiento.
CONCLUSIÓN: LA HORA
DEL HACER.
V
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olvamos a nuestra infancia. A la de acá nomás. A
esa infancia que pide permiso para limpiarme el parabrisas del auto mientras
espero la luz verde del semáforo, a la infancia que cuando llega la noche sigue
en la calle tratando de encontrar una monedita.
A esa infancia y a esa otra que
de la mano de mamá o papá entra todos los días a la escuela va dirigida mi reflexión,
un puñado de ideas.
Prefiero
ver el “Potencial”, y me queda claro que hay algo que no estamos haciendo,
alguna cosa en la que estamos fallando.
La diversidad, es entendida
muchas veces, como un indicador de extrema pobreza o de discapacidad
manifiesta, lejos de ser un valor afirmativo es sinónimo de desigualdad e indigencia.
Esta situación, muchas veces crítica,
consolida la presunción sobre la imposibilidad de una buena experiencia
educativa.
Es importante que la diversidad
se plantee en tensión con la igualdad.
El aprendizaje es el resultado
de una construcción, en el marco de una relación pedagógica, atravesada por el
contexto socio-histórico.
El éxito o el fracaso en la
tarea que nos proponemos es el corolario de una relación condicionada por el
presente, con base en el capital cultural de cada uno y en los supuestos
subyacentes de los que enseñamos.
Necesitamos aceptar la diversidad
y no pensarlos iguales por que todos padecen asimetría social, es decir pensarlos iguales en su derecho a una sociedad
mas justa, a un mundo mejor, construido por todos.