La Sociología de la Educación es una de las más jóvenes ramas del saber humano, ya que posee alrededor de sólo un siglo de existencia. Fueron Augusto Comte y Emile Durkhein los que le dieron vida como Ciencia general (Comte) y como Ciencias de la Educación (Durkhein).La epistemología de la Sociología de la Educación es enormemente rica en su marco teórico y metodológico. Entre los estudios sociales que formula figuran la Pedagogía, el Colectivo Escolar, el Colectivo Pedagógico, las relaciones sociales, la Institución Escolar, la familiam la comunidad, el desempeño de roles y los códigos de género entre otros.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Cuando las voces de los niños salen a desafiar a la injusticia

El 11 de setiembre, a través de medios alternativos, nos llegaba la noticia de que un grupo de niños presos políticos mapuches iniciaba una huelga de hambre.
A más de seis décadas de la aprobación de la Declaración de los Derechos del Niño, la noticia suena como una bofetada en el rostro.
Los presos políticos mapuches están detenidos desde los tiempos de la ex presidenta Michel Bachelet por defender su derecho a la tierra y a la protección del medio ambiente y porque en Chile sigue rigiendo una ley antiterrorista sancionada durante la dictadura de Pinochet que los sucesivos gobiernos democráticos jamás se atrevieron a derogar, y a la que el actual presidente Piñera defiende a capa y espada.
En medio de los festejos del Bicentenario en Chile, los pueblos originarios nos vuelven a decir que ni el 18 de septiembre, ni el 12 de octubre habrá nada para celebrar, porque en su país se violan a diario los derechos humanos.
Tras los fuegos artificiales, la música, los discursos oficiales y los desfiles militares, esta carta de uno de los niños intenta mostrar la otra cara de Chile, aquella que la mayoría de los medios de comunicación de uno y otro lado de la cordillera se niegan a mostrar. Ese Chile hecho a la medida de unos pocos que se enriquecen a costa de la vida miserable de muchos, el que pide a la Argentina la extradición del exiliado Galvarino Apablaza Guerra, un hombre que fue víctima de la dictadura pinochetista.
Conrta los fuegos artificiales y la hipocresía de los arquitectos de este mundo desigual, la voz de este niño emerge desafiando la injusticia.


A mi Pueblo Mapuche:
Yo, José Antonio Ñirripil Pérez, menor recluído en la cárcel de Chol - Chol, anuncio mi inicio de huelga de hambre en apoyo a mis hermanos Mapuches recluídos en distintas cárceles del país, quienes han sido encarcelados injustamente debido a la discriminación y racismo de la que ha sido objeto mi pueblo.
He sido formalizado, junto a mis compañeros Cristian Cayupan y Luis Marileo (menores de edad), bajo la Ley Antiterrorista, la cual deja ver que el racismo del Estado Chileno afecta no sólo a los mayores de edad, sino que a todos los que seamos Mapuche, incluyendo a niños y mujeres.
Debido a las injusticias que vivimos diariamente, me sumo a la huelga de hambre en repudio a los atropellos que sufre mi pueblo en las comunidades.
Quiero la desmilitarización de las comunidades, que no se aplique la Ley Antiterrorista en causas Mapuches y la Libertad de los presos Políticos Mapuches.
Bueno, estas son las principales peticiones que exijo mediante mi huelga.
Llamo a mi pueblo a apoyar las movilizaciones, a los hermanos, ya que lo que hoy me afecta a mí como Mapuche, algún día afectará a todos.
!Libertad a los Mapuches!

José Ñirripil Pérez Lof Muko.
Menor Prisionero Político Mapuche

Fuente: Revista de la Asociación del Magisterio de Santa Fe. Delegación Rosario- Octubre de 2010





Allá en Tilcara (Almafuerte)

Amanecí allá en Tilcara, 
con los amigos de la indiada. 
Llevarme allí, quiso el destino. 
Junto con quienes mi camino comparten. 

Tal vez grabada en las pircas, 
mi voz, 
como un recuerdo haya quedado. 
Como grabado ha quedado en mi ser, 
de aquellos, su trato amable. 

Anochecí, allá en Tilcara, 
con los amigos que entre la indiada tengo. 
Y fuí feliz. Grata experiencia, 
al compartir su solitaria resistencia. 

Pueda este canto que cantando estoy, 
sumarle alivio a sus pesares. 
O contentar a quien guste de saber, 
que jamás te olvidaré. 

Me despedí, de madrugada, 
de quienes a cambio de nada me asistieron. 
Y fuí feliz, grata experiencia, 
al compartir su solitaria resistencia. 

Pueda este canto que cantando estoy, 
sumarle alivio a sus pesares. 
O contentar a quien guste de saber, 
que jamás lo olvidaré.

domingo, 17 de octubre de 2010

Campaña "No sea pelotudo y déjese censar"

A ver si ponen los patitos en fila:
- El que no se deja censar, jode a todos y se jode a sí mismo
- Ud. no es el ombligo del mundo y no hicieron el censo sólo para cagarlo a Ud.- No sea ególatra
- Tenerle miedo al censista es como tenerle miedo al cuco.
- Pasarle al censista la planilla por debajo de la puerta es una grosería para con el censista que está laburando, y un descrédito al comportamiento humano. No sea guarango.
- Pedir que el portero o el seguridad le entreguen las planillas del edificio al censista es ser cobarde y pusilánime, porque es mandar a otro a que ponga la cara por Ud. Haga un esfuerzo y no demuestre que es tan cagón.
- Ud. dice que Moreno dibuja el Indec y Ud. sabe que dibuja sus números. O sea, no proyecte en los demás sus propios delitos y desaciertos.
- Haga memoria, cuando Ud. era chico, al censista sus viejos lo trataban con respeto y lo atendían. Demuestre que Ud. no involucionó.
- Si es tan valiente, encare al censista, niéguese a ser censado, bánquese que pida la presencia de la fuerza pública, y que lo lleven preso. Eso de esconderse atrás de la puerta es de octava.
- Si con eso no le alcanza, tenga en cuenta que EN LOS PAISES SERIOS los que suelen tenerle miedo al censo son los inmigrantes indocumentados, esos que Ud. llama "peruca", "bolita", etc. Sea conciente que se está comportando como aquellos que Ud. tanto denosta.

Por si acaso, le aclaro: Estas preguntas no estarán en la planilla del censo, así que relájese y déjese censar, ¿ok?

Indique la cantidad de dinero que tiene en el exterior:
a) 10.000 a 50.000 dólares
b) 51.000 a 150.000
c) más de 200.000
d) ya perdí la cuenta.

Bienes muebles o inmuebles testaferrados:
a) 1 a 4
b) 5 a 10
c) 11 a 15
d) perdí la cuenta, lo sabe mi testaferro.

Evade patentes, impuestos, servicios? ¿cuales?
a) sólo patente
b) ganancias, ingresos brutos y todos los de la afip
c) enganchado por el country de la luz
d) todos los previos.

Le tiene miedo a:
a) Moreno
b) Echegaray
c) Aníbal
d) a todos los mencionados

Entiende que temerle a esas personas es
a) normal
b) paranoia y hay que ir al psiquiatra
c) totalmente lógico y esperable

¿Que le parece el siguiente comentario del lector de La Nación "demosra"?"Lo que quiero decir es que el censista puede tener una idea del nivel de vida del censado y potencialmente calificarlo para secuestros o algo por el estilo, suponiendo que sea deshonesto, cosa que no es demasiado rara atento el nivel de deshonestidad que tenemos todos"
a) que es muy cierta
b) que es falaz
c) que no me había dado cuenta y tiene razón.

La presidente en ejercicio, elegida democráticamente, se llama:
a) Cristina Fernandez
b) Cristina
c) La yegua puta casada con el tuerto

"La 125" es:
a) una línea de micros
b) una resolución que no sé de qué trata
c) por lo que hicimos un quilombo infernal

Como hace mucho que no tiene contacto con la realidad, porque vive pegado a TN, al facebook o al twitter, le cuento cómo se vé un censista, y como NO DEBERÍA VERSE un censista.



 
 


Si concurre a su casa cualquiera de los que le indico que NO SON CENSISTAS, huya, y realmente, pida ayuda policial. Esos sí que van a robarle.

Hagame el favor, no sea tan imbécil de dejarse llevar de las narices. Que su hijo el día de mañana no tenga un motivo más para decir "mirá si será pelotudo mi viejo, que en el 2010, le tenía miedo a la censista".

Edit: Y tenga en cuenta que SI DECIDE NO CENSARSE, LOS MÁS POBRES Y DESPOSEÍDOS, SE VERAN MUY BENEFICIADOS. Si sólo se censa a la gente más humilde, habrá que destinar miles de millones a planes sociales, GRACIAS A USTED, que al no participar, alteró los datos finales y los benefició.




TRAVESÍA HISTÓRICA

  Domingo, 17 de octubre de 2010


 Por Ricardo Forster
La década del noventa constituyó una época de mutaciones decisivas que atravesaron casi todas las esferas de la vida social, económica, política y cultural. Fueron años en los que la cotidianidad fue sacudida por un cúmulo de transformaciones estructurales que dejarían sus huellas imborrables en el cuerpo social. Una Argentina que ya venía siendo desmontada con especial virulencia desde marzo del ’76 entró en una etapa en la que nada de lo antiguo parecía sostenerse a la luz de los nuevos paradigmas surgidos de las usinas ideológicas del neoliberalismo. El menemismo, forma prostibularia del peronismo, encarnó, en una sorprendente voltereta histórica, los valores y las políticas de este nuevo tiempo del capitalismo especulativo-financiero que vendría a culminar aquello que afloró bajo la siniestra batuta de Martínez de Hoz. Pero la gran diferencia fue que la acción desplegada por Menem y sus acólitos caló hondo en un sentido común disponible para ser penetrado por la nueva sensibilidad y tuvo un contundente apoyo electoral. El terreno de su preparación hay que ir a buscarlo en las heridas decisivas que sufrió el cuerpo argentino desde los años dictatoriales, pasando por la desilusión alfonsinista y la caída en abismo de la hiperinflación que habilitó la entrada triunfal de la nueva y rutilante receta de un neoliberalismo planetariamente triunfante. El menemismo surgió de una sociedad dañada en su intimidad y de una cultura popular desconcertada y desgarrada por décadas de descomposición, violencia, horror y envilecimiento de los supuestos portadores de las tradiciones nacionales. Del horror de la dictadura a la desilusión de finales de los ochenta, a partir de sus consecuencias imborrables, es que se fue montando el proyecto desplegado con saña y crudeza por la derecha liberal-conservadora travestida en su versión menemista y que hoy reaparece incluso bajo los ropajes de una retórica progresista como la que escuchamos en el Congreso durante el debate del 82 por ciento móvil para los jubilados. La Alianza, fallida ilusión republicano-progresista, agudizó la bancarrota y aceleró el día del derrumbe. Por esas extrañas vicisitudes argentinas vemos de qué modo el radicalismo, responsable principal del desastre que culminó en diciembre de 2001, vuelve a encontrar cierto predicamento a través de la figura de Alfonsín hijo o del pequeño señor Cobos.
La desilusión emergente de la frustración de Semana Santa y de la subordinación a las demandas de las corporaciones económicas se entrelazó con la pérdida de las referencias y con la traición de una parte no menor de la dirigencia peronista y de sus estructuras sindicales, que se asoció a un clima de época en el que la hegemonía del hiperindividualismo y las seducciones deslumbrantes de las nuevas formas del consumo y de la industria del espectáculo echaron las bases para un giro radical en los imaginarios sociales y en las estructuras de la subjetividad.
El menemismo caló muy hondo en las conciencias, dejó entre nosotros una madeja muy difícil de desanudar que se proyectó sobre prácticas y actitudes. El avance de los paradigmas privatizadores se hizo al precio de horadar una larga historia que, casi de la noche a la mañana, quedó desprestigiada. Durante años la hegemonía arrasadora del neoliberalismo dejó en estado de intemperie las ideas y las tradiciones emancipatorias, vaciando y desvirtuando lo que había sido parte fundamental de las vicisitudes argentinas. Siempre es difícil recomponer lo que fue desgarrado y más difícil es desmontar un sentido común colonizado y conciencias que perdieron sus orientaciones para caer en la seducción de la sociedad del espectáculo y de los fervores consumistas. A lo largo de una década una parte no menor de la sociedad se dejó tentar y seducir por la fiesta primermundista, por los viajes a Miami y la ficción escandalosa del uno a uno que hipotecó el futuro en nombre de un presente prostibulario, cualunquista y frívolo. Las marcas están allí, siguen insistiendo en la cotidianidad de amplios sectores de las clases medias configurando el mapa de su visceral rechazo a lo inaugurado en mayo del 2003. Nada peor que mirarse en el espejo de la propia infamia cuando uno se cree portador de todas las virtudes. Nuestra clase media hace mucho tiempo que cuando se siente algo manchada se arroja a las aguas puras de la virtud republicana para luego salir limpia de toda responsabilidad. Así lo hicieron al final de la dictadura y así lo volvieron a hacer al final de la década del noventa una vez que la última extensión del menemismo, que fue el gobierno de la Alianza, cayó en el descrédito y la bancarrota.
3Hoy, sin embargo, nos encontramos en otra coyuntura histórica. Nada de lo que parecía eterno sigue sosteniéndose y, de un modo extraordinario y elocuente, vemos que desde hace unos años todo vuelve a discutirse en el seno de nuestra sociedad. El conflicto desatado por la Resolución 125 fue el punto de partida para el vértigo de una época en la que algunos prejuicios van cayendo al mismo tiempo que viejas perspectivas son retomadas en el interior de nuevos desafíos. Los argentinos hemos discutido, y lo seguimos haciendo, la cuestión clave de la renta agraria; regresan palabras olvidadas o saqueadas por el oportunismo, como lo son la “igualdad”, el “Estado”, la “distribución de la riqueza”, lo “popular” y su sustantivo “el pueblo”; se volvieron a abrir los expedientes del genocidio militar y regresan las discusiones sobre la problemática de la memoria; el núcleo de la reparación social regresa a través de la asignación universal y de la recuperación del sistema estatal de jubilación que supone mucho más que una reapropiación de los recursos de los trabajadores para extenderse hacia la dimensión cultural simbólica de aquello que fue desvirtuado por la ideología neoliberal. Recorrió la sociedad el debate fundamental que culminó en la ley de servicios audiovisuales y hemos sido también testigos de la aprobación de la ley de matrimonio civil igualitario que logró desplazar el prejuicio y la violencia jurídica y simbólica que recaía sobre una parte de nuestros conciudadanos. Ahora vemos que busca encontrar su lugar otro debate, el de la despenalización del aborto, postergado y ninguneado desde los grandes medios en contubernio con la Iglesia Católica.
Nada permanece fuera de la agenda pública en un tiempo político-cultural en el que nos atrevemos, como sociedad, a discutirnos, a revisar críticamente nuestra travesía histórica y a recuperar la capacidad para reparar el profundo daño que dejó en nosotros un modelo de destrucción no sólo del aparato productivo, sino que logró interiorizarse en los intersticios de nuestras prácticas y de nuestra sensibilidad. Saludables, entonces, las épocas en las que caen los tabúes y en las que se va logrando sacar de la invisibilidad vidas e ideas sobre las que se ejerció una extraordinaria violencia tanto material como simbólica. Intensa y decisiva una coyuntura en la que volvemos a recuperar legados y tradiciones bajo la condición de su inevitable actualización. Pujante y renovador un tiempo en el que la democracia se muestra como un territorio en el que se sigue expresando el litigio por la igualdad, madre, seguramente, de todos los otros litigios.
Una época, entonces, atravesada por viejos y nuevos desafíos, de esos que nos exigen pensar con intensidad crítica legados y tradiciones para ver qué ha quedado en pie después del vendaval de una historia impiadosa. Una época para forjar aquellas palabras que disloquen un sentido común atrapado en las redes de la dominación y que logren internarse por un territorio en el que se vuelve imprescindible guiarse con otros recursos y con otras palabras que siguen a la espera de su apropiación por aquellos sobre los que continúa recayendo la posibilidad de hacer algo con las injusticias y las desigualdades del presente. Una época que carece de garantías allí donde las amenazas de la restauración conservadora se visten con las ropas de un seudoprogresismo que no se sonroja al estrechar filas con la derecha en nombre, supuestamente, de los intereses populares (allí está la aprobación del 82 por ciento móvil en conjunto con los mismos que destruyeron el sistema jubilatorio y luego lo privatizaron quebrando la lógica de la solidaridad y anclándolo a los intereses de la especulación financiera de un capitalismo depredador). Una época de riesgo en la que se abre ya no sólo la posibilidad de reparar lo dañado reconstituyendo vida social y cultural, sino que nos devuelve lo que parecía clausurado: la invención de una política de la transformación capaz de reincidir en la interminable querella por la igualdad, la justicia y la libertad.

lunes, 11 de octubre de 2010

LA MUJER Y EL FREEZER

Final del formulario
Por Juan Sasturain   
No es fácil enamorar a una mujer que tiene freezer.
Uno llega con palabras frescas y ella tiene
–congeladas en el freezer–
las que le dijimos una hora o
dos años atrás. Descongela y dice:
“Comamos primero lo de ayer,
hagamos una cena fría con
estas sobras de abandono,
estos restos de despedida con que
me dejaste plantada”.
No es fácil convencer a una mujer que tiene freezer.
Uno llega con un abrazo inédito,
las yemas de los dedos renovadas,
huellas flamantes para nuevas
sensaciones, y ella tiene
–en un helado estante del freezer–
las marcas de nuestras últimas manos
puestas sobre su sensible corazón,
los guantes con que abofeteamos su
esperanza, el dibujo de
nuestro viejo codo acodado a la mesa
donde le dijimos que
no daba para más.
No es fácil amar a una mujer que tiene freezer.
Uno va en busca de sus hermosas tetas
y ya no están, tibias, ahí donde solían,
sino en el freezer y
hay que aceptarlo. Todo tiene
un tiempo de deshielo,
un tiempo de cocción. Las estaciones
duran minutos; los años,
meses que se disuelven en segundos
para la mujer que tiene freezer.
No es fácil ser el amor de una mujer que tiene freezer.
Hay que esperar. Encontrar una
percha helada y cómoda
donde quedar colgado y
ponerse ahí. Hasta que una noche
ella sienta un vacío
en la boca del estómago, en
el costado de su cama,
y vaya entregada al freezer.
Conviene estar en la primera fila.
Para esas sensaciones bruscas
se preparó el famoso Disney –dicen–,
pero uno siempre espera que le
vaya mejor que al pobre Walt,
vivo de olvido, muerto de frío:
“No se puede matar a la mamá de Bambi,
hacer sufrir a Dumbo y
esperar que todo termine bien
y sin explicaciones”, dice la mujer
que va del freezer al cine y por la vida.
No es fácil olvidar a esa mujer que tiene freezer.
Se nos ha congelado en la memoria
y sólo queda aguantar el remoto,
ruidoso deshielo. Habrá que estar en el
momento justo en que se parte el
Perito Moreno de su
corazón, aprovechar la grieta
para colarse mientras
los japoneses registran
que por fin,
que valió la Pena.

jueves, 7 de octubre de 2010

PSICOLOGIA › UN CRIMEN REVELA RESPONSABILIDADES SOCIALES

Todos los que matan a Matías

Por Andrea Homene *

A Matías Berardi lo asesinaron, el martes de la semana pasada, según dicen hasta el momento los investigadores, los miembros de una familia que lo habían secuestrado para pedir 500 pesos de rescate: atrocidad injustificable que merece la más enérgica condena. Pero no fueron sólo ellos quienes terminaron con la vida de este chico de 16 años. A Matías lo asesinaron los vecinos, que lo vieron correr desesperado pidiendo ayuda pero, como era perseguido por otras personas que gritaban que les había robado (luego se sabría que eran sus secuestradores), no intervinieron para asistirlo.
También lo asesinaron los periodistas que instalan en el imaginario del público la idea de que los jóvenes son los responsables de todos los problemas de inseguridad. El remisero que no dudó en huir cuando vio al joven acercarse a su automóvil con intenciones de abordarlo también lo asesinó.
Lo mataron además quienes vieron cómo Matías era finalmente interceptado por un automóvil, subido a golpes, y no hicieron nada para evitarlo. También lo mató la policía, que alertada “porque un menor intentó asaltar a un remisero y luego fue subido a un auto”, hizo un breve recorrido por el barrio y se retiró. A Matías lo mató la clase media, que construye bunkers rodeados por doble alambrado electrificado para subrayar las diferencias entre un adentro habitado por los buenos ciudadanos y un afuera infectado de “malvivientes”.
Matías murió por ser un adolescente. Cargó, por un instante breve y fatal de su vida, con el estigma que cargan miles de adolescentes como él, que continuamente son agredidos, despreciados, maltratados, humillados, por los buenos ciudadanos que pagan sus impuestos y que reclaman airadamente bajar la edad de imputabilidad, endurecer las condenas (como si ser un adolescente de clase baja sin futuro ni ilusiones no fuera condena suficiente), que no salgan nunca más de la cárcel.
Existe otro Matías. Lo conozco. Está cumpliendo una probation. No vive en un barrio privado, no juega rugby, no asiste a un colegio bilingüe. Es morocho. Todos los días sale a vender productos de limpieza por la calle. Y casi todos los días la policía lo para, lo obliga a ponerse contra la pared, le hace abrir las piernas, someterse a la requisa, abrir su mochila, dejar caer su mercadería, soportar que se la pateen y juntar lo que queda de ella sin decir una sola palabra, porque, al menor atisbo de protesta por el atropello, pueden llevarlo a la comisaría por “resistencia a la autoridad”. Cualquier conflicto le haría perder la probation y podría derivar en su detención. El sabe que no puede reaccionar ante el funcionario policial; no puede defender su derecho a querer darle un curso diferente a su vida, a ganar honestamente el sustento de su familia. Debe callar y juntar del piso su mercadería pisoteada.
Los que creyeron que el otro Matías era un ladrón consideraron justo que fuera perseguido por sus presuntas víctimas y empujado al interior de un auto. A nadie se le ocurrió que, aun cuando hubiera cometido un delito, debía ser protegido de la persecución justiciera. Es más, si hubiera sido un ladrón, y sus víctimas, como ha sucedido, hubieran hecho “justicia” por mano propia, el discurso social ante la muerte del chico hubiera sido muy diferente. Los homicidas hubieran sido considerados casi como héroes. Difícilmente se hubiera establecido su responsabilidad y en el caso de que fueran identificados, un buen abogado habría logrado probar el “estado de emoción violenta” y así la inimputabilidad.
El otro Matías trata de sobrevivir en un medio que le es hostil y, cuando le pregunto qué necesita, contesta: “Una vida nueva”. Con este Matías, intentamos aún reparar todo el daño que se le ha hecho; que pueda algún día ilusionarse, desear, imaginar una vida en la que pueda andar libremente por la calle, trabajar, ir a bailar, sin tener que agachar la cabeza cuando la mirada del otro le dirige desprecio y burla.
* Psicoanalista. Perito psicóloga en una defensoría oficial del conurbano bonaerense.

domingo, 3 de octubre de 2010

ADULTOS CIEGOS SORDOS Y MUDOS - ADOLESCENTES HUÉRFANOS

Cada generación debe partir de algunas ideas que la generación anterior ofrece, sobre las cuales no sólo sostiene sus certezas sino sus interrogantes, ideas que le sirven de base para ser sometidas a prueba y mediante su deconstrucción propiciar ideas nuevas.
Cuando esto se altera, cuando se niega a las generaciones que suceden, un marco de experiencia de partida sobre el cual la reflexión inaugure variantes, se las deja no sólo despojadas de historia sino de soporte desde el cual comenzar a desprenderse de los tiempos anteriores.(1)
¿Qué clase de referentes somos?. ¿En que pavoroso vacío representacional se ven sumergidos los adolescentes desde el discurso parental y desde los medios de comunicación?
No puedo dejar de imaginar a un adolescente pidiendo ayuda y a un grupo de adultos que etiquetándolo de delincuente, le volvió la espalda obturando su posibilidad de vivir.
No me conformo con volver la mirada a mis hijos, alrededor mío camina la cría universal, y no es necesario un exceso de esfuerzo intelectual para identificar como corre entre nosotros, la palabra inseguridad, cosificando a los más jóvenes (discurso por demás conveniente, de esta decrépita adultez que ven en los más jóvenes un peligro capaz de poner en  duda sus paradigmas fracasados).
_Profe ¿porqué cuando me subo la capucha del buso, por el frío en las orejas, la gente se cruza de vereda?-
me interroga con sus ojos grandes y las manos en los bolsillos...
¿Cómo le explico que el mundo anda al revés y en manos de tipos de saco y corbata?...
¿Vos te animas a contestarle?.


(1) Bleichmar, Silvia; La subjetividad en riesgo, editorial Topía, Bs.As. (2005)