La Sociología de la Educación es una de las más jóvenes ramas del saber humano, ya que posee alrededor de sólo un siglo de existencia. Fueron Augusto Comte y Emile Durkhein los que le dieron vida como Ciencia general (Comte) y como Ciencias de la Educación (Durkhein).La epistemología de la Sociología de la Educación es enormemente rica en su marco teórico y metodológico. Entre los estudios sociales que formula figuran la Pedagogía, el Colectivo Escolar, el Colectivo Pedagógico, las relaciones sociales, la Institución Escolar, la familiam la comunidad, el desempeño de roles y los códigos de género entre otros.

domingo, 15 de abril de 2012

El lenguaje refleja la realidad: una cultura y una tradición machista

Por Susana Anaine, Academia Argentina de Letras

Aquí, una académica sostiene que el uso del masculino genérico es una convención vieja.



La semana comenzó con una frase que se ganó el cartel francés en los medios: “El sexismo en el lenguaje”. Casi una contradicción: estaba escrita con luces de neón sobre un austero edificio neoclásico. Se habrá preguntado el público qué es eso del “sexismo en el lenguaje”. Es la idea de que el lenguaje suele ponerse al servicio de la discriminación de personas de un sexo por considerarlo inferior al otro.

Cuando se dice “todos mis amigos” para expresar “todos mis amigos y todas mis amigas” se está igualando por medio de un plural masculino genérico que para algunos representa un claro indicio de la tendencia a invisibilizar a la mujer. Según la Nueva Gramática (2010), estos circunloquios, aunque innecesarios por la existencia del uso no marcado (el masculino), son una señal de cortesía en ciertos empleos vocativos como “señoras y señores”.

Si cuando Picasso dijo: “Pinto lo que sé, no lo que veo” la sociedad lo hubiera barrido de un plumazo, no tendríamos sus cuadros. No veríamos ojos y nucas en un mismo plano, no disfrutaríamos de esa descomposición de la figura que hoy nos parece casi “natural”. Ante una propuesta de cambio lo más común es que aparezcan dos actitudes: someterse acríticamente o reírse, ridiculizar hasta el desprestigio. En las dos posturas, los individuos asumen inconscientemente que la historia deben hacerla otros. Por eso las barreras: o se piensa que intentar un lenguaje no sexista es producto de quienes no saben ponderar lo complicada que es la gramática, o que hay mentes cuyo único horizonte es deducir en cualquier manifestación (el lenguaje, la vida) una suerte de guerra entre los sexos. Lo más difícil: el equilibrio, ubicar el punto en el que es posible acercar las partes y generar otra cosa.

Por lo que se deduce de la crítica del gramático Ignacio Bosque a las guías de instituciones españolas –universidades, comunidades autónomas, sindicatos, ayuntamientos– que proponen tomar conciencia de que el lenguaje es sexista y reemplazar las construcciones en que esto se hace evidente, casi todas ellas buscan un cambio en el lenguaje administrativo. Empezar por ahí y confiar en el efecto multiplicador (cartas, informes en oficinas, discursos, fórmulas de tratamiento en organismos) no parece un despropósito. De ninguna manera implica desconocer la gramática o modificarla estructuralmente, sino optar, en algunas situaciones, por no traducir al lenguaje dos de las premisas que Bosque juzga verdaderas: existe la discriminación de la mujer, hay “comportamientos verbales sexistas”. No cree el académico que “el léxico, la morfología y la sintaxis de nuestra lengua han de hacer explícita sistemáticamente la relación entre género y sexo, de forma que serán automáticamente sexistas las manifestaciones verbales que no sigan tal directriz, ya que no garantizarían la visibilidad de la mujer”. Seguramente no piensa como Foucault: el lenguaje habla la cultura, el lenguaje nos habla.

El mundo administrativo podría ser objeto de un cambio formal en la manera de referirse a terceros eludiendo el género del referente para que no predomine un sexo sobre el otro. ¿Es tan extremadamente difícil acostumbrarse a esquivar en el habla el predominio de un género, reemplazar “mis amigos” por “mis amistades”? Al margen del respeto profesional que siento por Bosque, creo que se equivoca cuando afirma que las propuestas de un lenguaje no sexista buscan forzar las estructuras lingüísticas para que sean un espejo de la realidad (entiendo que quiere decir de la realidad deseada por algunos, esto es, un mundo sin discriminación). Se equivoca porque las estructuras actuales son precisamente un espejo de la realidad: el masculino genérico es una convención lingüística propia de una sociedad cuyas mujeres ocuparon históricamente segundos y terceros planos. Y esa convención fue después la norma, escrita durante siglos por gramáticos hombres.

Fuente: diario Clarín 07.03.2012

6 comentarios:

  1. No soy experta en lenguaje ni nada que se le parezca... Considero que es una "exquisitez" del hablante tener en cuenta eso. Es algo que está impuesto por la costumbre de sociedades donde, como bien dice la nota, la mujer ocupó un segundo o tercer puesto y su modificación suena forzado, cuando no inútil y/o engorroso para comprender un texto..
    Tal vez sí se podría empezar por modificaciones en formularios u otros escritos con "textos pobres" y, tal vez, se llegaría a un acostumbramiento al oído...
    No me molesta estar "entre los amigos" de alguien, la discriminación la puede hacer una mirada al contarme entre "las amigas" de otro alguien...
    Un abrazo

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  2. El lenguaje es una construcción social, y pegueños cambios van marcando un camino.
    Poquitos, pero algunos cambios se ven. Ya tenemos acostumbrado el oído al "todos y todas".
    Hubo una gran discución cuando los medios de comunicación relataban un femicidio o crimen de género como "violencia doméstica". Los comunicadores tienen mucho poder con la palabra.
    Gracias Hilda por pasar.
    Te mando un fuerte abrazo.

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    1. A mí me molesta escuchar el todos y todas... en el lenguaje escrito suelo adoptar el "todxs" aunque no esté generalizado pero en el oral uso el todos. Nada tiene que ver con un crimen de género donde sí lo diferencio de "un crimen pasional" o como quieran llamarlo...
      Tal vez esté impregnada por la cultura y el lenguaje machista pero me fastidia el sólo pensar "los/las alumnos/as, todos/as sin excepción festejarán el día ¿del estudiante/ta?"
      Además, ¿qué va primero los o las?
      Decididamente no lo soporto (pero es mi problema jaja)
      Un abrazo y menos mal que están Uds. porque conmigo el lenguaje seguiría sin modificaciones, es decir anquilosado jaja

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    2. Mirá que sos jodida che!!.. ¿anquilosado?...juaaaaa. Amo la forma en que escribes y la manera en que expresas bellamente tus sentires.
      Un fuerte y apretado abrazo.

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  3. Creo que en estas cosas debe jugar a dos bandas: cambiar la realidad cotidiana para obligar al lenguaje a cambiar:que haya más mujeres médicas, ingenieras, juezas,ministras, presidentas,etc (¡qué absurdo suena la médico o la señora ministro!, nadie dijo nunca el maestra o el señor enfermera. Se hizo un lío por tener que decir presidenta,pero se decía sirvienta hacía mucho) para quede claro que las palabras reflejan una realidad y modificar el lenguaje para que se perciba que hubo cambios (que curioso que la RAE rechace la palabra feminicidio o femicidio o la acepción de género como concepto más complejo que el de sexo biológico,pero ya aceptó cibernauta).

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  4. Hola Iris, ya estamos acostumbradas a que el carro se ponga delante de los caballos.
    La RAE reconoce palabras que muchas veces ya forman parte del lenguaje cotidiano. Si, hay que jugar a dos bandas, y para que las palabras reflejen una sociedad más justa, no podemos bajar los brazos.
    Te dejo un fuerte abrazo.

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