La idea general mediante la que se diferencia "sexo" de "género" es que el sexo queda determinado por la diferencia sexual inscripta en el cuerpo, mientras el "genero" se relaciona con los significados que cada sociedad le atribuye.
El salón de clases y la escuela como institución encargada de transmitir saberes socialmente aceptados, son el ámbito donde se confirma y reafirma lo que niñas y niños ya han aprendido en la familia acerca de sus identidades de género.
Tenemos sin embargo la creencia que no todo es "reproducción" en el ámbito escolar y que existe o puede existir un rol activo en el docente que entre otras cosas puede elaborar materiales que promuevan la equidad.
Aunque hace ya muchos años que nuestro sistema educativo apostó por un modelo igualitario para chicas y chicos que eliminase la discriminación, el problema del sexismo sigue estando presente en la educación, y los textos y materiales escolares constituyen uno de los medios más importantes que contribuyen a perpetuar esta situación.
Es cierto que durante las últimas décadas se ha avanzado mucho sobre el tema, pero sólo en parcelas concretas. Culturalmente el modelo educativo ha variado poco, los libros de texto siguen siendo androcéntricos, así como los curriculum y muchas de las prácticas docentes.