Todo conocimiento está situado y es
interesado.
Ninguna teoría es absolutamente autónoma respecto a la ideología,
por ello, no hay ni puede haber ciencia ideológicamente pura. De ahí que
las teorías que defiendan la “neutralidad ideológica” o “valorativa”, constituyen
claras expresiones de posturas sospechosas, presentadas con aura y
prestigio de cientificidad y de objetividad.
La cultura androcéntrica en la cual estamos inmersas/os, determina
totalmente el modo en que todo investigador/a se acerca a la realidad, así como
el resultado de su investigación. Reconocer dicho sesgo ideológico nos
descubre que cualquier proyecto histórico es deudor de una perspectiva en base
a la cual discrimina y organiza los datos.
No existen perspectivas
completamente neutras y objetivas. Todo conocimiento está situado y es
interesado.
Sólo un conocimiento consciente de la filtración ideológica de
todo saber, y que además opte por acercarse a la realidad desde la
postura de las víctimas y de las/os perdedores de la historia, se podrá
construir en un saber auténtico, que propicie relaciones de justicia, libertad
y autonomía entre los géneros. No sólo en el ámbito privado, sino en el
público.
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